L@s que tenemos hij@s y vivimos en la ciudad, sabemos que movernos por ella muchas veces acaba siendo una odisea.
Cuando llevamos a nuestro pequeñ@ en un portabebés ergonómico podemos movernos cómodamente sin limitaciones y con las manos libres y disfrutar del día sin más…
Si llevamos el bebé en el cochecito nuestro día puede llegar a parecer una carrera llena de obstáculos o una ginkana no precisamente divertida.
Venga, hablemos de superar pruebas, aquí van unos cuantos ejemplos 😉
- Aquellas aceras estrechitas, con un altobordillo, y muy transitadas… hay que hacer malabarismos para que la rueda del cochecito siempre esté en la acera!
- Y cuando viene alguien de frente… ¿nos dejará pasar? tendremos que bajar nosotr@s, en serio?
- ¿Y si quien se nos cruza también lleva un cochecito? o una maleta, o el carro de la compra… quién tiene preferencia, ¿siempre el que circula por la derecha?
- Entrar en el el metro. Sí, entrar. Des del momento en que estás en la calle antes de entrar, hasta que vuelves a estar en ella, habiendo hecho ya el recorrido subterráneo. Primero nos encontramos que tenemos que descender hasta el vestíbulo. En el mejor de los casos habrá ascensor…en el peor, no habrá ni escaleras mecánicas. En este caso, si estamos fuertes, cargaremos el cochecito + bebé + bolsas y bajamos. Si no, dependemos de terceras personas dispuestas a ayudarnos 😉 En las taquillas, si tenemos suerte encontraremos una de esas puertas grandes donde cabemos con el cochecito. Si tenemos mala suerte sólo habrá aquellas barras giratorias en las que tendremos que inclinar mucho el cochecito y pasarlo antes que nosotr@s. Si no pasamos, tenemos la opción de las puertas metálicas que nos tienen que abrir los vigilantes del metro… que nunca están. Y llegad@s al andén, ¿cómo entramos en el vagón si es hora punta? Mejor no sigo, que me estoy poniendo de mal humor.
- Si el metro no nos convence, vamos en autobús, pero la experiencia no es mucho mejor. Son muy altos (tenemos que inclinar muuucho el cochecito para subir y bajar). ¡Tambien tienen su hora punta! aquella hora en el que al abrirse las puertas, entras medio cochecito..pero la otra mitad no cabe…la gente se apretuja, cochecito dentro! pero faltas tu…
- Ir de compras. Si vamos acompañad@s, uno lleva el cochecito y el otro el carro de la compra. Que bien 🙂 la única pega es que ambos tenemos las manos ocupadas y además tendremos que hacer dos viajes de ascensor cuando lleguemos a casa. Si vamos sol@s con el bebé se va complicando la cosa… ya que con una mano tenemos que llevar el cochecito y con la otra tenemos que tirar del carro de la compra… ¿Y qué hacemos si el bebé llora y tenemos que cogerlo? ¡aquí ya nos faltan manos y nos sobran cosas!
- Zonas estrechas en obras. Pavimento irregular, ballas amarillas, etc, etc. Mejor no sigo.
- Pasar la calle. Esos cruces donde no hay semáforo, o tenemos poca visibilidad. Allí donde para ver si viene o no un coche y parece que los cochecitos asoman en la calzada…
- Si tenemos hijos mayores: podemos imaginarnos todas las situaciones que os he descrito con el factor añadido de un pequeñajo correteando, gritando o jugando a nuestro lado. Una ginkana mucho más completa.
Ahora cierra los ojos e imagínate caminando tranquilamente con un tu bebé llevado en un portabebés ergonómico, haciendo tus compras, cogiendo la mano de tu hij@ mayor si lo tienes…
¿cómo has podido sobrevivir antes?
¡Feliz porteo!
Montse, Equipo Kangura