Caminar por el centro de Barcelona y mas si es por las por las Ramblas resulta realmente especial, un lugar con una magia que envuelve los sentidos y nos transporta a una época llena de glamour, arte, color y a esa ciudad Condal inspiradora y rebosante de alegría. La he caminado muchas veces, de ida y de vuelta, de noche y de día, me he perdido entre sus callejuelas estrechas llenas de historias que la dibujan desde Plaza Catalunya hasta la emblemática e imponente estatua de Colón.
Y a pesar de que mis pasos están allí, presentes y olvidados, nunca antes me había aventurado a caminar con mi hija pequeña de un año por la Ramblas, en compañía de otras familias que también han optado por el porteo como la mejor opción para llevar a sus pequeños y enseñarles el mundo en brazos.
La cita para el encuentro fue el domingo 27 de noviembre en la Plaça Catalunya, que a esa hora de la mañana (10:30 h) solo contaba con algunos visitantes habituales de domingo, turistas en busca de la mejor foto, vendedores de globos multicolores y centenares de palomas que volaban de un lado a otro sin parar, en busca de la gracia de un niño y un puñado de arroz.
Poco a poco fueron llegando las familias, papás mamás, bebés y niños que con sus portabebés acabaron de darle el toque de color y alegría a la mañana. En escena entraron fulares, bandoleras, mochilas, mei tais y la sonrisa de un poco más de 50 padres orgullosos de demostrar como yo, que el porteo nos ha cambiado la vida, nos ha permitido vivir a plenitud, de cerca, de corazón a corazón; un momento único de nuestros pequeños, un tiempo efímero que marchará para siempre y que por desgracia no volverá.
Sin darnos cuenta, las pocas nubes habían abandonado el cielo y los tímidos rayos de sol empezaron a calentarnos, mientras los miembros de la organización nos daban la bienvenida, recibiéndonos con palabras de agradecimiento y entre familias nos saludábamos unos a otros e intercambiábamos experiencias, opiniones, anécdotas y consejos de nuestros portabebés favoritos.
Alrededor de las 11:00h nos dispusimos a comenzar con la aventura, dirección a “Les Rambles”, seguidos por la mirada expectante de transeúntes y conductores.
Apenas íbamos a cruzar el semáforo que nos adentraba a “Les Rambles” cuando desde la terraza del histórico café Zurich, una turista inglesa se levantó de su mesa y acercándose me preguntó que a qué se debía esa concentración de familias. Son de esas preguntas que siempre has querido contestar pero que nunca te hacen… y le dije ”estamos caminando por Barcelona para demostrar que portear nos gusta, nos hace libres, felices y que la crianza en brazos es nuestra mejor opción”
Me encantó la cara de sorpresa y satisfacción que la chica me devolvió, con toda la complicidad de su expresión nos felicitó por la iniciativa y nos despedimos para no perder el ritmo de la marcha.
Solo en los primeros pasos y viendo delante de mí a familias tan contentas de compartir la mañana como lo estábamos haciendo, entre risas, anécdotas y conversaciones divertidas; reafirmé la importancia de llevar a mi pequeña siempre en brazos y que tenerla pegada al corazón ha sido una de las mejores decisiones de nuestras vidas.
Desde el paso de la “Font de Canaletes”, la perspectiva de la rambla llena cómplices, daba gusto de ver. A lado y lado mucha gente expectante se preguntaba en silencio qué hacían tantos bebés cargados, mientras que alguno de los peques les saludaba con la mano.
El recorrido continuó haciendo una parada frente al multicultural “Mercat de la Boquería”, lastimosamente cerrado en domingo, pero no fue una excusa para hacer fotos y videos parando el tráfico de las concurridas Ramblas por un momento.
Poco a poco fuimos acercándonos a “Drassanes” la parte más baja de “Les Rambles”, y algunas familias se hicieron fotos también entre las carismáticas estatuas humanas que día a día les roban una sonrisa a los turistas y en especial a los niñ@s.
Llegamos al final del recorrido, y con la estatua de Colón al frente, la organización del encuentro sorteó varios portabebés y ropa de porteo que alegraron gratamente a cuatro familias afortunadas.
Tras el sorteo llegó el momento de la foto de rigor con todos los asistentes y un sol radiante como testigo del encuentro.
La caminata había finalizado y aún así parecía que nadie quería irse. Las despedidas no terminaban y la gente aprovechaba para intercambiar teléfonos y pasarse el contacto.
¡Creo que la mayoría sentía la misma satisfacción que yo! Por ser la primera vez que se organiza un encuentro como este, pese a la lluvia, la amenaza de tormenta de la noche anterior y a que se esperaba una asistencia masiva teniendo en cuenta las 167 familias inscritas para el evento; pero a pesar de que fuimos pocas (en total unas 40, entre participantes y organizadores), daba gusto ver a familias apasionadas por la crianza en brazos que quisieron compartir la experiencia de pasear juntos este 27 de noviembre.
Tras volver a casa y pensando en todos los que acudimos a la cita he podido recordar que soy papa Canguro desde el minuto 1 en que nació mi pequeña. Que por un instinto animal que todos tenemos, no pude resistir tomarla en brazos y decirle con el calor de mi torso desnudo y del alma, que desde ese momento seríamos inseparables.
En el porteo he podido encontrar parte de esa esencia de madre que nos hace falta a los hombres. He podido disfrutar plenamente de mi pequeña, de su respiración, de sus miradas, de su calor, de sus sollozos, de cada movimiento; he podido vivir con intensidad y sin reserva cada segundo, minuto, hora y día de su corta existencia.
Gracias al porteo hoy tengo una perspectiva diferente de la vida, no hay límites, obstáculos, barreras, sitios imposibles, no hay miedos, angustias, ni lugares extraños; todo está al alcance, todo se ve, se toca, se siente, se oye, se vive, no hay conversaciones excluyentes y lo mejor de todo, es que siempre están al alcance de nuestros besos.
Gracias Aúpali, Naori-Kids, Porteo Natural y Kangura por darnos la oportunidad de compartir una jornada inolvidable de porteo en libertad.
Joan